Con
motivo de la finalización de mi periodo de prácticas en el centro, estas dos
últimas semanas he visitado las aulas de tres y cinco años para observar las
formas y métodos de trabajo que las maestras llevan a cabo con los alumnos.
La
primera clase que he visitado ha sido la de cinco años, dirigida por la profe
Inés. En ella he podido comprobar que con tan solo un año de diferencia con los alumnos con los
que yo cuento en mi aula, estos tienen
una mayor autonomía, sus responsabilidades, dentro de sus posibilidades, son
mayores, y los métodos de trabajo cambian significativamente. Lo que más me ha
llamado la atención ha sido la soltura con la que se desenvuelven en el mundo
de la lectura, y el silencio y la tranquilidad con la que llevan a cabo sus
tareas. He observado que las horas que los niños emplean para los rincones son
menores que en cuatro años, y eso es debido a que los alumnos se deben ir
adaptando poco a poco a las rutinas que van a tener en primaria, y que son muy
distintas a infantil. Esto no quiere decir que los niños no jueguen, sino que
el tiempo que emplean para ello está distribuido de manera diferente a tres y
cuatro años.
La
segunda clase en la que me he adentrado ha sido la de tres años, dirigida por
la profe Noemí que cuenta con los alumnos más pequeños de todo el centro. He de
confesar que al principio pensaba que en tres años los niños hacían muy pocas
cosas por si solos, pero ellos se han encargado de demostrarme que estaba
equivocada. El día que pase con ellos en clase, me di cuenta de que tiene una
gran autonomía y que hacen muchas más cosas de las que yo pensaba en un principio.
He podido comprobar que las horas de trabajo, sentados en sus sitios, son un poco
menores que en cuatro y cinco años. Los trabajos que realizan están muy
relacionados con el desarrollo de la motricidad fina, con el trazo y con la
asociación. Una de las cosas que más me ha llamado la atención es que siendo
tan pequeños tengan tan bien interiorizadas las normas que se ponen en el aula.
Todos los aprendizajes que realizan están muy basados en el juego.
En
definitiva, lo que he podido comprobar con estas visitas a las diferentes aulas
de infantil, ha sido que la estructura de la clase es más o menos igual en las
tres, pero la distribución de los tiempos, los métodos y los conceptos de
aprendizaje van cambiando según la edad de los alumnos. También he observado
que conforme los alumnos van pasando de curso se muestran mucho más tranquilos,
relajados y con un mayor nivel de autonomía.
En
mi opinión, tres años es una de las aulas en la que más podemos disfrutar de
los alumnos. También he de decir, que en cuatro y cinco años es gratificante
ver cómo con el trabajo conjunto de la maestra y los alumnos, estos van dando
pasos de gigante en su aprendizaje.
Me
ha gustado mucho y me ha resultado muy gratificante esta experiencia de poder
comprobar cómo se trabaja en las diferentes aulas con los alumnos, y he
aprendido muchas cosas nuevas de ella.
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