Cuánta
razón tienen los que dicen que “cuando haces lo que realmente te gusta el
tiempo pasa volando”.
Parece
que fue ayer cuando me ponían ante las puertas del Colegio San José obrero con
una mezcla entre temor e ilusión por empezar mis primeras prácticas de
magisterio, y a día de hoy doy por finalizado ese periodo que tanto me ha
ayudado a aprender y a disfrutar de lo que verdaderamente me gusta, la
educación.
En
primer lugar, dar las gracias tanto al coordinador del centro como a mi tutora
dentro de él, no sin olvidarme del resto de profesoras de infantil. Me gustaría
agradecerles el haberme dejado formar
parte del centro durante este periodo de tiempo y gracias por permitirme adentrarme
en sus aulas para poder comprobar los diferentes métodos de trabajo que se
llevan a cabo en tres, cuatro y cinco años, ha sido una experiencia única.
Cada
día de mi periodo de prácticas ha sido único y siempre ha superado al anterior,
trabajar con niños es algo que no se podría describir con palabras. Como ya he
dicho anteriormente, el primer día de prácticas tenía una gran intranquilidad
ante la situación de enfrentarme a una clase con 25 alumnos de cuatro años, no
estaba segura de sí yo podría, en un futuro, llevar las riendas de un aula de
esas características, pero esa intranquilidad pronto desapareció.
Mi
tutora se puso enferma durante dos días, y fue entonces cuando comprobé que era
realmente capaz de llevar una clase yo sola. Me gustaría agradecerle
enormemente la confianza que deposito en mí, dejándome al mando de la clase
durante ese periodo de tiempo. En ese momento me di cuenta que los nervios y la
intranquilidad del primer día habían desaparecido de un plumazo, estaba más
segura que nunca de haber escogido la mejor profesión que puede haber.
He
podido comprobar que aunque sean niños debemos darles tareas para que empiecen
a adquirir autonomía y pequeñas responsabilidades, que no todos los niños
aprenden al mismo tiempo ni de la misma manera, que debemos motivar su
aprendizaje con clases dinámicas y en las que ellos mismos puedan experimentar
en primera persona. Eso ha sido una de las cosas que más me han gustado de mi
clase, que la maestra a la vez que explicaba los contenidos con los que los
niños iban a trabajar ese día, iba realizando con ellos actividades prácticas en las que eran participes, experimentaban cosas nuevas,
descubrían cosas que pensaban que no podían suceder y sobre todo, daban rienda
suelta a sus pensamientos.
En
cuanto a la organización del aula, me ha encantado como está distribuida en
diferentes rincones. Creo que los rincones es la mejor forma de que los niños
aprendan a la vez que se divierten. Todos los juguetes que podemos encontrar en
el aula, están diseñados para que los alumnos los manipulen, para que desarrollen
su imaginación, su pensamiento y su creatividad mediante su utilización.
Pienso
que he aprendido muchísimas cosas, como pueden ser las diferentes formas de
trabajar con los alumnos, como conseguir que se relajen después de un periodo
de actividad intensa, como hacer más dinámica una clase que en un principio
parecía aburrida o incluso, como captar la atención de un niño que no muestra
demasiado interés sobre el tema que se esta tratando.
Me
gustaría darle las gracias a mi tutor de prácticas por darme la oportunidad de
realizar mi trabajo en un blog, y poder compartir con todo el mundo está bonita
experiencia que he vivido. También debo agradecerle la gran disponibilidad que
ha tenido durante este tiempo ante cualquier duda que se me ha presentado, y la
rapidez con la que las ha resuelto.
Hoy
doy por finalizada la etapa más bonita que he vivido en estos tres años de
carrera y el sentimiento que me invade es el de morriña, morriña por separarme de estos niños
que tanto me han enseñado durante estas ocho semanas, porque pienso que he
aprendido yo más de ellos que ellos de mí. Me han demostrado que trabajar con
niños es lo más bonito que puede haber, y que no hay trabajo que reciba más
cariño verdadero que el de una maestra. Desde el primer día que entré en ese
aula y los vi, sabía que les iba a coger un gran cariño pero no me podía ni
imaginar que ellos me iban a enseñar y demostrar tantísimas cosas.
Dicen
que todo lo bueno se acaba, yo doy por finalizado mi primer periodo de
prácticas con más ganas que nunca de que comience el siguiente, para poder
volver a trabajar con esas personitas que tantos momentos mágicos nos regalan
en nuestra profesión.
Muchísimas
gracias por dejarme formar parte de vuestra pequeña gran familia.
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